sábado, 26 de abril de 2008

Tres cuentos pa' llevar

Pintura de Jenny Saville

El destripador de Morelia

—¿Lo mataste?

—Es que unos pinches perros se me echaron encima y, la mera verdad, le tengo mucho miedo a los perros, jefecito.

—Pero lo mataste…

—Debió haberlo visto jefecito, aquel charquero de sangre y el güey ése chillando como puerco.

—Le sacaste las tripas del tajo que le diste.

—Si nomás fue un piquete, así de chiquío.

—A ella le fue peor, la hiciste tiritas.

—No, jefe, pos cómo; si nomás fue tantito.

Por causa de fuerza mayor

Cayó hasta el fondo estrellándose contra el piso duro, sintió dolor cuando su cara rebotó astillada y no pudo levantarse más. Del profundo hueco que se abrió por donde se le escapó la vida, no supo más. Hasta por la mañana, que su esposa lo levantó del suelo en la sala donde dormía la mona, para mandarlo a trabajar.


La de ocho

Muchos años después leí:

“…según declaró el presidente de los Estados Unidos de América, el camarada Mijael Illarionov”.

No hay comentarios: