domingo, 14 de septiembre de 2008

¡Ya basta!

Narco’s style

Ruy Alfonso Franco

Todavía recuerdo el techo de la casa de mi tía Adela a donde subíamos a dormir toda la familia. Para mi primo José y yo, que éramos los chiquillos, las noches calurosas del Mazatlán de fines de los 60 simplemente eran de juego. Pero también veía con enorme curiosidad a algunos vecinos dormir en las banquetas o porches de sus casas, entonces nadie temía que los fueran a asaltar, secuestrar o a matar en medio de una repentina balacera, con todo y que estábamos en la Francisco I. Madero, uno de los barrios más pobres del puerto.

Ahora todos vivimos en la zozobra, ricos y pobres, hombres y mujeres, ancianos y niños, porque el estado de violencia que vive México es tal, que ya no cabe aquí ni siquiera la exageración. A diario los narcotraficantes matan gente, culpable o no; los secuestros se han vuelto una industria en jauja; las extorsiones se practican incluso desde las cárceles; y cada vez son más jóvenes los delincuentes, pues van de los 17 a 23 años en promedio, según las páginas policiales. Es tan grave el deterioro social en el país, que nada de raro tiene que muchos conozcan a algún narco en persona, sea por el descaro con que éstos se exhiben o sencillamente por intuición, porque de pronto en la colonia fulanito levantó un caserón de la nada, todos traen unas camionetotas y andan enjoyados hasta las patas.


Atrás quedó esa época en Mazatlán donde lo más violento eran los mongoles (esas pandillas de inicios de los 70) y la noción del narcotráfico se reducía a Manuel Salcido El Cochiloco, del que pocos conocían su paradero; donde los corridos aún hablaban de hombres bragados en el México rural, que con machetes o pistolas dirimían sus diferencias, casi siempre por amores amargos; donde la música norteña eran tipos con tejana, bajosesto, redoba y acordeón cantando con voces de pito ahogado:


Por mis canciones sabrás
cómo me la ando pasando
rumbo de amores distintos
ando en el mundo probando.
Ya ves mancornadora,
a qué te supo ese trago;


donde las balaceras eran tan extrañas como casi ignotas las AR15 y Culiacán se llevaba las palmas por bronco, porque por ahí cantaban canciones raras a tipos oscuros Los Tigres del Norte y Chalino Sánchez, pero pos ni en cuenta; donde los jóvenes nos diferenciábamos por ser rockeros, románticos/fresas/poperos o cheros, y qué esperanzas que una muchacha se fijara en alguien con sombrero y guaraches con la camisa de fuera, porque el adolescente promedio quería ser como John Travolta y los de la UAS como el Che Guevara, pero ni por accidente como Rigo Tovar.

Hoy rifan el estilo bandero y el narco’s style, que viene siendo casi lo mismo; las chicas te dicen güey y no hay pedo, aunque las más salvajes agregan vete a la verga. A cambio recuerdo de aquella época Contrabando y traición como algo inusitado en la radio porteña, porque a los plebes nos llamaba la atención que cantaran: iban las llantas del carro / repletas de yerba mala… y lo pegajosa que era la rola de los Tigres. Entonces ésa era la “violencia” que conocíamos.


El cine mexicano estaba atascado entre medias, tacones dorados y salones rojos en donde lucían Sacha Montenegro, Isela Vega, Jorge Rivero, Andrés García y La Corcholata (Carmen Salinas); los hermanos Almada eran pistoleros de pueblos fronterizos en un viejo oeste muy bizarro, ya en un franco chili western tardío, o chinos —a fuerzas— peleando al estilo kung fu, intentando imitar las cintas hongkonesas tan populares entre la chamacada; y el cine más serio hablaba de tragedias censuradas en Las poquianchis, El castillo de la pureza, Canoa o El apando, donde la violencia emergía de historias reales de nota roja, sí, pero de gente vil que no tenía nada que ver con nosotros, pensábamos al santiguarnos. En la televisión eran impensables las malas palabras y sabíamos del caso extremo de Chucho Salinas, Héctor Lechuga y Manuel Loco Valdés que llegaron a vetarlos en Televisa por burlarse de Bom-Berito Juárez.

La violencia cinematográfica creíble era cosa de Hollywood y sus cintas de mafiosos italianos en Nueva York, demonios abusando de lindas nenas, tiburones asesinos en playas turísticas, terremotos en Los Ángeles, California o espadas láser en guerras galácticas con naves hiperveloces estallando espectacularmente. Cierto, Rod Stwart, Alice Cooper y Ozzy Osborne escandalizaban a las multitudes por sus desplantes en el escenario; cierto, ya habían atrapado a Paul McCarthy, John Lennon y a Osborne por traer drogas, y sabíamos que Jim Morrison, Janis Joplin y Jimmy Hendrix habían muerto por sobredosis. Pero eran los pinches gringos locos. En México los más heavys eran los del Three Soul in my Mind, Javier Bátiz y chance los Dug Dugs, pero pos nosotros los morros ni en cuenta.

Cuesta trabajo asimilar cómo es que caímos en la barbarie en serio, cuando a mediados de los 70 los adolescentes éramos tan ingenuos que aún jugábamos en la calle trompos, valeros, canicas, tacón, cuartas, hombre, hasta los encantados con tal de estar con las muchachas. La mayoría se persignaba al pasar por una iglesia, no decíamos majaderías frente a los adultos, les cedíamos los asientos en el camión a los ancianos y nos poníamos muy guapos si íbamos al cine. Las fiestas eran tardeadas que terminaban a las siete y los adultos empezaban las suyas a las ocho de la noche; las drogas, aunque existían, sabíamos poco o nada de ellas, porque por esos años sólo los más perdidos terminaban fumando mariguana, tragando pastillas o inyectándose heroína, que era de pleno lo peor. La cocaína muchos ni sabíamos que existía.


Había pleitos entre pandillas que empezaban a crecer por una méndiga película que nos llegó a fines de los 70, que hablaba de los cholos chicanos y que junto a Los guerreros (Walter Hill, 1979) causaron revuelo entre los plebes más azotados. Fue que se puso de moda en los barrios jodidos del puerto los Dickies, convers y las franelas a cuadros que portaban chavos con cara de matones, muy acá. El rap no hacía su aparición y los locos escuchaban a todo volumen en las esquinas viejas canciones de Los Creedence y Queens. Cierto, me asaltaron dos veces al pasar las vías del tren cuando regresaba de la preparatoria en la tarde y después que salía de la universidad ya noche; cierto, conocía a los raterillos pues crecimos en la misma colonia, pero ya andaban muy perdidos que ni si quiera reconocían a los vecinos; cierto, seguido se perdían tanques de gas, ropa de los tendederos, grabadoras y hasta comida de las casas; seguido había pleitos, gritos y hasta pedradas de calle a calle, al igual que inundaciones cada que llovía, picaduras de alacranes por vivir entre la tierra y techos de lámina, desnutridos con panzas de bule y borrachos casi todos; el gremio trabajador se componía de meseros, cantineros, músicos y putas en el Siete, y los demás eran albañiles, pescadores, mariguanos o asaltantes, vecinos todos. ¿Pero qué barrio pobre de esta sufrida América Latina no tiene semejante joda?

Y con todo, la violencia cruenta se dilucidaba entre gatilleros, pero jamás contra el pueblo indefenso.

Lo más violento de esa época, recuerdo, era la existencia del PRI en el poder y sus raterías, la impunidad obscena con que se dirigían líderes sindicales, políticos y gobernantes, y la constante amenaza de éstos contra los críticos del sistema, de la que periodistas, intelectuales y artistas sufrían fatídicamente, pues a muchos los encontraron asesinados en canales, barrancos y lagunas. La violencia más común de la que supe de joven a través de la revista Proceso, fue la que recibían a diario campesinos despojados de sus tierras, indígenas humillados y votaciones populares fraudulentas; el abuso contra los más pobres, carestía y derechos civiles violados a manos, siempre, de gobernadores miserables y presidentes pérfidos.


Y con todo, la violencia cruenta nunca fue tan cínica.

¿Pero ahora? Seguimos soportando aberraciones contra el pueblo, a los políticos estúpidos y ahora a los panistas con doble moral, ignorantes y perversos; a Felipe Calderón inepto y mentiroso, al ejército transgresor, a la policía corrupta, a los narcos y remedos, balazos y pobreza.


Violencia y miseria. Uta, así está cabrón.


Viñetas: Revista El Chamuco y los hijos del averno.
Ilustraciones: RAF

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Los recuerdos no son más que la reproducción de algo que sucedió o se quedo plasmado en la memoria, no se controlan y generalmente llegan esporádicamente. Es gracias a esto que podemos darnos cuenta de que tanto hemos avanzado o retrocedido como usted lo muestra fielmente en su crónica.
Se dice que “la gente no cambia” y que pueden mostrar una cara diferente simplemente para demostrar que es posible, aunque después veamos la vil realidad. Considero que esta frase en algunos casos carece de valor pues en efecto, es posible cambiar (para bien o mal) que más da, cambio es al fin. Recuerdo en la prepa como se le criticaba a un profesor por portar una camisa rosa y él sin pena alguna la llevaba a la escuela, se burlaban de él y algunos hasta llegaron a dudar de su sexualidad, sin darse cuenta que más adelante se volvería una moda, pasando del rechazo a la aceptación.
En la política no conviene que exista un cambio, pues generalmente lo que se busca es seguir enriqueciéndose y conservar el nivel socioeconómico que gozan y poco presumen, si se intenta cambiar saben a ciencia cierta que resultaran víctimas de la violencia, muchos no llegan a esos extremos y poseen en sus agendas innumerables contactos que se dicen “amistades”.
La violencia irá en aumento hasta que no exista un frene y hasta que nuestras autoridades estén consientes del significado de la palabra que nosotros ilusamente les otorgamos.
No entiendo que celebraremos este 16 de Septiembre ,¿Cómo gritar ¡VIVA MEXICO!, aplaudir al ejercito, mandatario, presidente o gobernante? Si ni siquiera dan seguridad, control y por si fuera poco algunos hasta forman parte de la delincuencia. Este grito debería quedar omitido por el silencio y la indignación por parte del pueblo para que en reclamo digamos ¡YA BASTA! Dejándolos esperando respuesta a su grito de independencia.

Ruy Alfonso Franco dijo...

Cuánta razón alcanzan ya tus palabras a tus escasos años y ese amargo reclamo final en tus comentarios debería hacer pensar a más de alguno:

¿Tiene caso de veras festejar una fecha controlada por quienes no han sabido defendernos, cuidarnos y asistirnos en nuestros peores momentos?, ¿quienes han generado incluso esta violencia inmunda?

Brenda, ser patriota entonces no es correr como tontito a "festejar" una fecha simplemente porque lo indique el calendario, sino estar conscientes de la importancia de la gesta histórica que tal fecha sugiere y que, hoy como nunca, se pisotea descaradamente, principlamente por nuestras tristes autoridades.

¿Cuál independencia?, ¿la que nos quiere quitar Calderón vendiendo Pemex a mercados extranjeros?, ¿privatizando la CFE, el IMSS, la educación?, ¿dándonos más cara la gasolina cuando somos un país petrolero? (Chingado, ya ni en Europa es tan cara).

Bien por tus observaciones, siempre tan punzantes.

Anónimo dijo...

Hoy en día, ya es común saber y ver que maten en donde sea, algo con lo que nos estamos acostumbrando a sobrevivir. El gobierno ahora se la da de que puede agarrando algunas bandillas que hasta ni parecen que estén en los asuntos del secuestro, pero no hay problema hay que echarle la culpa alguien para callar la voz de la gente, las marchas y todo lo que se haga no sirven para nada, cuando se deje de estar corrompido el sistema en todos los sectores podrá haber un cambio en verdad, no pequeñeces para callar bocas.
Al gobierno no le importa avanzar, solo que piensan es en inflar sus bolsillos y que la gente se “CHINGEEE””, ya que para ellos son nada mas cosas. Creen que con informes que solo arrojan números se puede vivir, si la realidad es otra y demasiado dura para todos, menos para ellos que no tienen que sobrevivir con un salario mínimo y con carencias.
Así es el poder autoritario contra el pueblo y sus grandes colaboradores los medios de idiotización que en conjunto son un arma de peligro para el presente y el futuro del pais.

Ruy Alfonso Franco dijo...

Pero todo eso puede cambiar Geovanni, es cosa que nos decidamos como pueblo, uno por uno, empezando por cada uno de nosotros. Lo creo y lo digo sinceramente.

Tenemos que poner diques contra las injusticias, contra las arbitrariedades, de la mejor manera que cada uno pueda. A veces basta decir no, por ejemplo, al no permitir corrompernos.

Basta con que leamos y estemos informados, esa es la mejor manera de iniciar una resistencia civil pacífica. Estar preparados para que nadie nos engañe ni nos manipule.

Luego tenemos que ayudar a otros a coger conciencia, así, infinito, hasta que seamos tantos los conscientes que no habrá poder humano que nos haga desistir: o ellos o nosotros, así de simple.

Edgar Paul Palacios Reyes dijo...

pues yo recuerdo muy cabronamente a Mazatlan... La Lico Velarde, y una tremenda Balacera en el Fovissste cuando tenia 8 años...

Ruy Alfonso Franco dijo...

Sí, claro que en el norte siempre ha habido encuentros cercanos de la chingada, pero nunca como ahora, créeme.

Yo también recuerdo dos que tres balaceras y asesinatos sangrientos, ¡pero a lo largo de 20 años!

Tan sólo de julio a estos días de septiembre, van cerca de 40 asesinatos, todos por la mafia. El mismo día que encontraban 22 ajusticiados en México, acá la policía se agarró a balazos matando a dos e hiriendo a otros dos cerca de una escuela preparatoria, a medidía; y hallaron horas más tarde a cuatro decapitados en un carro...

Así están las cosas.

Jorge Fax dijo...

y va para largo tanta "cultura a punta de pistola"...

yo que me acuerdo de cuando el "negro" Durazo que se supone que era el picudo de aquel entonces era lo mas cañon de lo que se podia hablar... en cuestion de violencia...

en verdad que lejos ha llegado nuestra cultura de miedo, represion, entre letras de banda, narcomoda y agresiones estilistas... pero nuestros mandamases del papa gobierno se empeñan en seguir diciendo "ya vamos de gane"...

¿a donde? es que sera que ahora debemos de competir en llegar a los sepulcros?...

como diria Tomas Mojarro: "ah Mexico"

un abrazo desde La Ciudad de la Des-Esperanza.

Ruy Alfonso Franco dijo...

Ahora que lo mencionas, es cierto, lo del Negro Durazo fue todo un escándalo, por supuesto, asociado a las barrabasadas del PRI y del presidente en turno.

Yo nomás me quedo mirando hasta qué punto nuestra sociedad va a aguantar y cuándo se romperá el lazo delgadito que mantiene al país todavía sin guerra civil...

Ora sí que como dijo aquél: tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios.

Elisena Ménez Sánchez dijo...

Es de lamentar que vayamos de mal en peor, cada vez más indefensos ante las circunstancias que se van dando a golpe de mal gobierno.

Ruy Alfonso Franco dijo...

Sí, muy lamentable, por lo mismo es de vital importancia que denunciemos, señalemos, analicemos y no dejemos de insitir en que la sociedad tiene que cambiar, despertar y cambiar para bien las cosas.

El atentado en Michoacán no puede volver a suceder como tampoco otro secuestro, asalto o ejecución. Y menester de cada uno sencillamente cambiar: no más corrupción, no más indiferencia, no más quedarnos callados.

krissty dijo...

Mi querido arathos, me encantan tus escritos, a lo cual acompañas con imagenes muy acorde.
Desgraciadamente, nuestro pais va de mal en peor, ya no hay orgullo en gritar el VIVA MEXICO!!, Como? si ahora, hasta en ese dia hay muerte de inocentes,y que hace el presidente? Solo visitar a los afectados, redoblar su escolta, y medio tapar la gravedad del asunto con disculpas o promesas a nivel nacional?
Son chingaderas, que lejos estamos de tener un gobierno que en vez de sacar al pais adelante, nos friega mas! Aunque tmb nosotros tenemos mucha culpa, porque habemos muchos que nos quedamos callados,o no denunciamos, aceptamos dar mordidas,o cositas qe a la final no hacemos lo que un buen ciudadano deberia.No se mucho de esto, pero si me indigna que ya no haya tranquilidad para nada, tengo hijos, y me duele que crezcan en el ambiente tan feo que se esta viviendo.Saludos y un abrazo con mucho cariño arathos!

Ruy Alfonso Franco dijo...

Tu declaración más contundente en contra de la violencia, querida amiga, es cuando dices que tienes hijos (chicos)... Ninguna otra declaración puede ser tan sustancial como ésa, Kristy.

¿Es que acaso una madre no tiene derecho a sentirse segura y protegidos sus hijos en este país?

Cuando en México empezamos a leer este tipo de reclamos, amiga, ya no hay marcha atrás. Calderón y demás autoridades están obligados a protegernos, si no pueden entonces que renuncien.

Así de fácil.

Kristy, un abrazo cariñoso amiga linda.

Kanina Dioz dijo...

¡Hijole!
Para llorar, el recuento que nos haces del antes y el después, como no recordar aquellos tiempos en donde los Sinaloenses éramos vulnerables solo a los ciclones y a los narcos, que nos han hecho fama de bravos, peleoneros, pero que tenian "narcoética" y solo se mataban entre ellos, con sus códigos y reglas. Sin embargo hoy la palabra CONTROL carece de existencia y valor. ya no sabemos quienes son los malos y quienes los buenos, nos hemos encerrados en nuiestras casas a piedra y lodo, para protegernos de los ladrones, asesinos, violadores, secuestradores, autoridades (con la diferencia aquí, de que a éstas nosotros les pagamos). Yo quisiera tener una idea de hasta donde van a llegar las cosas, donde está la solución a todo esto, en donde esta la clave; en nosotros, en el gobierno, será mucho pedir buenos servidores, buenos gobernantes, será exagerado que cada uno cumplamos con nuestra obligación.
a ver hasta cuando

Kanina Dioz dijo...

Se me olvidaba, después del entripado, ¡Que buen trabajo!
reflejo de la realidad cruda, pero que se suaviza con las palabras coloquiales, y la excelente forma en la que nos cuentas como era el diario vivir

Ruy Alfonso Franco dijo...

Gracias por tus halagos, me llenan de ganas para continuar.

Por lo demás, cuando preguntas qué se puede hacer, dónde está la clave para terminar con este caos, la respuesta es tan sencilla que se nos hace imposible por lo mismo: la respuesta está en la educación.

Un pueblo preparado, culto, es imposible que genere tanta violencia, que permita la corrupción, que acepte sin chistar gobernantes nocivos o ineptos, que permita le vejen y timen.

Un pueblo educado, preparado, es sencillamente aquel que tiene a las artes como su principal tesoro, que aprende de su historia para no repetir los mismos errores, que admira el conocimiento y celebra la sensibilidad de sus hombres y mujeres.

Un puebo sensible es aquel que entiende que la vida debe ser con libertades pero también con compromisos, derechos y obligaciones.

Paisanita amiga, ésa es la respuesta.

Ivytaste dijo...

Que bueno que haya seres como tu, que aunque duela, y mucho, nos refresquen la memoria de lo que ha sido nuestro México, valorandolo todo,es como ver hasta donde hemos caído en un abismo que tal pareciera que no tiene fondo.

Me molesta mucho cuando la gente me dice:" ni modo tenemos que aprender a vvir con lo que esta sucediendo, en todas partes esta igual". No hay peor, enfermedad que la pasividad, el conformismo, cada vez veo escucho y siento.

Tambien me preocupa a que mundo se esta enfrendanto mi hijo, la niñez, y las genraciones que todavia ni estan aqui.

Empezemos por uno mismo, negandonos a caer en la corrupcion, declarando y señalando, en lugar de hacernos de la vista gorda, solo por comodidad. Creo que nos hace falta comprometernos con nosotros mismos y con nuestro pais.

Gracias por esta publicacion Oso, siempre es grato leerte.

Besos

Ruy Alfonso Franco dijo...

Tú lo has resumido perfectamente bien Ivy: nos hemos decidido por la comodidad, sin ver qué bajo hemos caído.

Como sociedad estamos conformes con nuestro estilo de vida, con lo que tenemos; decimos que vivimos en un país libre porque cuando vemos a otros en guerra el nuestro nos parece emaravilloso...

¡Qué idiotas e ilusos somos! ¿Qué nadie se da cuenta cómo es que empiezan las guerras civiles?, cuando en ese país de marras hay un grave autoritarismo o un caos permanente...

Y México ha contado con los dos fenómenos por años, sutil los últimos 80 años, desenfrenado ahora. Lo que nos dice qué tanto la sociedad ha estado embrutecida que ni siquiera repara en sus males y pese a jacatarse el mexicano que es muy macho, la verdad es que no tenemos tamaños para decir ¡no! a la corrupción, al fraude electoral, a la policía autoritaria, al narcotráfico criminal, etc.

Ivy, todo está en nosotros ahora. No hay Dios ni Supermán que nos asista.

Anónimo dijo...

hola mi nombre es Darsy Smith tengo q hacer una analisis de tu ensayo: El espanol de fin de siglo. Sin embargo no encuentro nada sobre tu vida exepto esta pagina. Podrias enviarme un email prieta07smith@yahoo.com dandome datos tuyos. Gracias te lo agradecere